Mapear Cercanías. Hacia una cartografía de la proximidad[1]
Los espacios habitables son espacios que contienen proximidad.
Existe un sentido en el cual podemos hablar acerca de la cercanía solo a través de una medida del espacio, pero hay otro, quizás más crucial y básico, en el cual podemos medir el espacio solo a través de la cercanía, o más bien, a través de cercanías. Esto se debe a que la proximidad es en sí misma una forjadora de espacios, mientras está cargada de espacio. Estoy cerca de la biblioteca donde me siento. Sin embargo, es anónima. La biblioteca podría acercarse a mí –a través de la gente o a través de sus libros por ejemplo– pero podría seguir siendo indiferente. La proximidad es, en cierto sentido, opuesta a la indiferencia. Algo puede estar lejos y en proximidad, pero entonces no es indiferente. El espacio de la proximidad se cruza de manera importante con el espacio geográfico, pero se separa de él en puntos cruciales. Lo distorce. Lejos de los ojos, alguien podría estar lejos del corazón o cerca del corazón. La cercanía tampoco está limitada por naciones, por especies o, por así decirlo, por el estado ontológico. Una montaña. Esta montaña. Una ciudad. La color de esta montaña en el entardecer em la ciudad. La forma en que mueves tus dedos. Debido a la yuxtaposición entre el espacio de la proximidad y el otro espacio –llamémoslo el espacio de los espacios– es que el primero es una distorsión insertada en el último. Quizás porque la proximidad es precisamente una distorsión en el espacio. A menudo también es una distorsión en la ausencia de espacio, como una situacionalidad, una ubicación situada o una negación determinada. Se vuelve situada porque a partir de lo que está cerca se deduce lo que está lejos y, por lo tanto, es una geografía situada que quizás no tenga límites en sí misma.[2] Si no me ubico, el espacio es indiferente; no hay proximidad. A su vez, una ubicación situada hace que la medición sea situada y, por lo tanto, posible, según Alfred Whitehead.[3] Para decidir si algo es grande o pequeño, por ejemplo, necesito referirme a mi posición real o a mi posición virtual; la ubicación situada es la distorsión de proximidad que debo introducir en el espacio (de espacios) para que la medición tenga sentido. Finalmente, es una distorsión similar por lo menos a una forma de entender la determinación negativa. Para Georg Friedrich Hegel, el procedimiento comienza con el espacio en general, el espacio abstracto que no está compuesto de puntos, líneas ni planos, y es este espacio el que es negado por un punto, cuyo concepto a su vez es negado por la línea; la línea no es una colección de puntos ni el movimiento de un punto, porque requiere que el punto no sea él mismo, que no sea unidimensional.[4] De manera similar, el plano es la negación de la bidimensionalidad de la línea y, por lo tanto, la negación de la negación. La negación agregada, que resulta de adicionar elementos que transforman lo que estaba allí antes, crea el espacio concreto. La ausencia de espacio (concreto) se llena gradualmente de características geométricas que, al proporcionar situacion y negación ubicada, hacen posible la proximidad. Una distorsión, una distorsión habilitadora. Siempre que haya una generalidad, un espacio que sea indiferente a cualquier peculiaridad, la proximidad distorsiona, o más bien corrompe. El espacio de los objetivos políticos se describe a menudo como universal, universal como se supone que es la ley y, por lo tanto, ciego como se supone que es la justicia; pero el espacio de la proximidad, en forma, por ejemplo, de familia y amigos, se yuxtapone a esta isotropía para corromperla. Quizás el espacio de la política y otros se pueden ajustar a la inevitable plaga espacial que es la cercanía. Los ideales políticos que ignoran lo que los distorsiona sistemáticamente hacen que el espacio político esté lejano (y no en proximidad) al espacio de los espacios, y al espacio geográfico con su rugosidad –el espacio geográfico es la estacíon central desde donde, presumiblemente, proviene toda μετᾰφορᾱ́ espacial.
En este comienzo de una cartografía de la proximidad, podemos recurrir brevemente a tres descripciones parciales de la misma: Nähe, proximité y the binding plane.
Martin Heidegger contrasta su explicación de la proximidad (Nähe) no con la distancia, sino con Ge-Stell, posición, dispositivo.[5] Ge-Stell es lo que pone a disposición las fuerzas del mundo mediante una extracción sistemática de la inteligibilidad subyacente que llevan; las cosas se convierten en objetos a medida que son controladas y finalmente replicadas en un proceso que posibilita la artificialización. La proximidad, quizás en la medida en que es una distorsión, resiste este proceso de convertir lo que existe en dispositivos. Ge-Stell es una especie de espacio mapeado que pone las cosas disponibles y, por lo tanto, ordenables. Heidegger escribe das Ge-Stell bestellt den Bestand[6] –es decir, algo así como que el dispositivo dispone la disponibilidad. No es el caso de que Ge-Stell prospere en algo que está disponible, sino más bien que produce la disponibilidad. Es decir, Ge-Stell ordena lo que está disponible porque ordena la disponibilidad. Se opone al mundo al intentar extraer las fuerzas que están encerradas en ellas para ponerlas a disposición; por eso Ge-Stell es, para Heidegger, la esencia de la tecnología. Tiene una conexión íntima, una estrecha conexión, una cercanía, con la indiferencia. Al convertir el mundo ordenando la Bestand, Ge-Stell produce control y mandato que son indiferentes a lo que controla o quién manda. En este sentido, se mueve en un espacio universal - anónimo. Un espacio curado de cualquier proximidad. Si las cosas se convierten en dispositivos, no están cerca de nada –con los dispositivos no hay cercanía, no hay distancia. La disponibilidad inmediata no deja espacio para lo que está en proximidad. Sin duda, hay dispositivos para vivir que parecen ser espacios habitables, pero en cuanto una persona, o incluso una babosa, empieza a vivir en un hotel o en un apato japonés, el espacio se llena de proximidades, los rincones se sitúan con respecto al cuerpo viviente y el espacio abstracto se contamina de concreción. Además, el propio cuerpo de uno mismo se encuentra conviertendose en Ge-Stell: en lugar de esperar a Morfeo, uno toma la pastilla para dormir que controla el sueño o cualquier otra para convertir sus fuerzas en algo em disponibilidad; y, seguramente, comandado por cualquiera, no por uno mismo en particular y ni siquiera por quién que se encuentre en la Nähe (cercanía). La búsqueda de Ge-Stell es un exorcismo de la proximidad, quizás precisamente porque la proximidad viene con responsabilidades y preocupaciones específicas y situadas. La artificialización del mundo deja poco espacio para cualquier cosa que pueda estar en desacuerdo con los Freigeister que heredarían el lote completo: la libertad, concebida en este marco predominante, es libertad para mandar y, por lo tanto, requiere una ruptura con cualquier proximidad que se interponga en su camino. El exorcismo de la Nähe es lo que asegura que las cosas estén listas para estar sujetas a la libertad de cualquiera –las relaciones de proximidad aparecen cuando el camino hacia un mundo listo para ser sometido está bloqueado.
Emmanuel Levinas considera que la proximidad (proximité) está asociada al Otro que me plantea una demanda.[7] La proximidad es una condición para que me sustituyan, no para ponerme en el lugar de otra persona, sino para poner a otra persona en mi lugar. En otras palabras, la posibilidad de la santidad –actuar por el Otro, evadirme a mí mismo por un momento y ser reemplazado por quien está a mi lado, mi prochain– requiere proximidad. La proximidad puede encontrarse en una relación de vecindad, pero también en una de sucesión: quién me sucederá, quién me reemplazará. Además, Levinas afirma que la proximidad es an-árquica. Es decir, no hay regla ni ley que imponga la proximidad. Esto significa que las relaciones de proximidad no pueden predecirse por conexiones familiares, ubicación geográfica, similitud de intereses o cualquier otra cosa similar. Es soberana. Su espacio no puede colapsar en ningún otro espacio. La proximidad es algo que no está sujeto a un gobierno, no tiene una inteligibilidad general y, debido a eso, no puede ser controlada; escapa a las formas de contenerla o provocarla. Los lazos con la responsabilidad surgen porque mi propia identidad no es en sí misma soberana, ya que vuelvo a mí mismo después de entregarme a mi prochain. A través de mi libertad, descubro mi responsabilidad (infinita) que concierne a lo que está en mi proximidad, y a través de ella también descubro que nada está tan lejos de mí que no pueda acercarse, es decir, en (an-árquica) proximidad. La libertad es, por lo tanto, paradójica, porque una vez que mi responsabilidad está establecida –mis relaciones de proximidad están estabelecidas– ya no hay libertad, ya no hay esa anonimidad, esa indiferencia, ese espacio vacío no afectado por la proximidad. Como consecuencia, la proximidad afecta al conocimiento, que él describe como un ejercicio de libertad donde la espontaneidad no está corrompida sino por dificultades técnicas que podrían requerir que el que conoce consulte al mundo a través de la experiencia en episodios de receptividad. La receptividad no aporta nada a la comprensión del conocimiento porque el pensamiento no es interrompido para escuchar cómo son las cosas en la experiencia, y solo contribuye cuando el pensamiento no puede lograr lo que intenta por sí solo; y en ese sentido, en el conocimiento, la pasividad se coloca bajo los ejercicios de la espontaneidad. Si la proximidad y la responsabilidad frenan la libertad, también frenan el conocimiento. Como consecuencia, los espacios del conocimiento también deben ser mapeados con la distorsión que promueve la proximidad: no hay conocimiento ajeno al espacio de la proximidad, porque conocer es establecer una proximidad an-árquica.
Vaishnavi Patel introduce un dispositivo en proximidad que ella llama the binding plane para explicar las actitudes y reacciones de Kaikeyi en su novela homónima.[8] Kaikeyi es una reina que es co-madre de Rama y otros tres niños en el Ramayana. A menudo se le considera como mala con Rama al expulsarlo de la ciudad durante diez años. Patel se esfuerza por contar su historia desde su punto de vista; el lector comprende en un contexto cargado de magia y poderes especiales cómo Kaikeyi desarrolló lentamente una red de proximidad con muchos lugares en su palacio, sus esposas del rey, los niños y muchos de los sirvientes y súbditos del reino. A veces, para afectar a alguien con quien tenía un vínculo cercano, entra en el binding plane que le permite rastrear la proximidad a medida que pasaba el tiempo y que ocurrían diferentes eventos, al tiempo que le permitía intervenir en el espíritu de la persona una vez que la proximidad era en cierta medida recíproca y, por lo tanto, la persona al otro lado del túnel en el plano vinculante (the biding plane) estaba cerca de ella. El dispositivo presupone que la proximidad es como una línea que conecta dos polos, y por lo tanto, es recíproca. En consecuencia, la proximidad siempre es coautorizada en el sentido de que ambas partes son parte del esfuerzo por establecerla. La capacidad que tenía Kaikeyi de influir en las disposiciones de otras personas puede entenderse como una etapa hacia el mandato de alguien a través de la proximidad; tal vez el plano vinculante se pueda considerar como un Ge-Stell que artificializa de alguna manera la proximidad. Sin embargo, parece que un análisis más apropiado es que el plano vinculante se convierte en una extensión del cuerpo, lo que muestra aún más que la autonomía de uno es rompible en función de una dehiscencia que está en el núcleo de un cuerpo capaz de afectos. En otras palabras, parece más probable que los vínculos de proximidad –representados y accesibles en el plano vinculante– sean de alguna manera parte del cuerpo, que en sí mismo se organiza en términos de resonancias de proximidad. Kaikeyi estableció un contacto, a través del plano, con un elemento de su cuerpo que claramente no es completamente suyo; más bien, es un cuerpo conyugado que refleja la eventual flexión de su propio ser por aquellos que son sus prochains. El plano vinculante proporciona una figura de una topología de proximidad: allí, representada como una línea de transmisión, la proximidad aparece como un vínculo, más fuerte o más débil, que extiende el espacio formado por la ubicación de su propio cuerpo.
Las tres descripciones parciales ofrecen elementos para concebir una cartografía de la proximidad. Es un espacio de vínculos. Estos vínculos no son transitivos, son coautorizados pero no siempre recíprocos porque la proximidad es un espacio de asimetría y la reflexividad es frenada por el otro con quien estoy cerca. Por lo tanto, las relaciones de proximidad no son relaciones de identidad, pero tampoco son simplemente relaciones de vecindario. Además, es incierto cuántas dimensiones lleva la proximidad.
Además de espacios, la proximidad también tiene tiempo, o quizás de "timing". Uno puede estar cerca en el tiempo al estar cerca en el calendario, o más bien en la serie A de McTaggart[9], la serie de en un rato, ahora, pronto después, pero también se puede estar cercano espectralmente a los antepasados, como Dana está cerca de Rufus en Kindred.[10] La proximidad es rítmica, es un espacio de resonancias. He ensayado lo que llamé una ontología orientada hacia el ritmo, que tomó los pulsos y resonancias como los últimos constituyentes de cómo son las cosas.[11] El ritmo engendra contaminación, su intensidad difiere tanto de una cantidad como de una cualidad, como explora Gilles Deleuze en su estudio de la repetición.[12] Contamina lo que está cerca; piensa en una música que hace que la gente mueva sus pies involuntariamente o un ciclo menstrual determinado por la píldora que gobierna el ciclo de los demás a su alrededor. Esta es una forma de pensar la proximidad a través de las resonancias. En un enfoque orientado al ritmo, estas resonancias que se afectan mutuamente proporcionan pautas para una topografía básica donde la proximidad es un componente crucial. Las cosas resuenan entre lo que está cerca; la resonancia es una buena manera (situada) de medir la proximidad. La necesidad de alguien cercano interrumpe mi libertad y concierne mis elecciones más que cualquier cosa más lejana; y pensar en el espacio de estas resonancias en términos geográficos es reducir la proximidad a lo opuesto de la distancia. Las resonancias ocurren tanto en el espacio de la proximidad como en su tiempo: la cercanía aquí es espectral, implica el pasado tanto como implica las proyecciones al futuro, los herederos, los descendientes, las esperanzas mesiánicas, las proyecciones. Las cosas resuenan en el tiempo y están cerca en el tiempo, o tal vez en un ritmo como el de los espectros que no pueden aparecer más que dentro de una intermitencia.
La proximidad está generalmente relacionada con alguna forma de contacto, y alguna forma de contagio. Un elemento del espacio de proximidad es proporcionado por la epidemiología. Algunas de las dificultades para cartografiar la proximidad tienen que ver con trazar las variedades entrelazadas de contacto y los diferentes caminos del contagio. La independencia del contacto y el contagio, por un lado, y los proyectos y organizaciones –y en cierto sentido los mapas– por el otro, es central en lo que Gilles Deleuze y Félix Guattari intentaron indicar en Mil Mesetas. En particular, ellos trazan, considerando dos significados de la palabra plan, un contraste entre proyectos, organizaciones y órdenes por un lado, y el plano de composición donde el compartir un espacio de contacto es la característica crucial.[13] Este plano es una geografía de contacto. Asegurémonos de que no es en sí misma proximidad, ya que también arruga el plano de composición. Pero el contacto se trata de acercarse y alejarse, sin importar cuál haya sido el plan trascendente, sin importar cuál haya sido el proyecto.
La proximidad es en sí misma un vértigo. Tiene mucho que ver con la pasividad porque involucra vulnerabilidad, que se ejemplifica en el contacto y el contagio, y responsabilidad que me afecta y deshace cualquier intento de tomar la identidad personal, o una noción de un yo soberano, como punto de partida. La proximidad habita en las dehiscencias del cuerpo. Shaviro tiene una imagen interesante aquí: "Es como algo que está demasiado cerca de mi ojo como para poder verlo correctamente".[14] La proximidad distorsiona la visión misma. Shaviro continúa: "Pienso en ese momento, durante mi cita anual con el oftalmólogo, cuando me hacen el examen de tonometría: un aparato realmente toca y presiona mi córnea para registrar la presión intraocular" porque la proximidad es lo que se requiere para medir y la medición rara vez conlleva riesgos; de hecho, "si esa presión es demasiado alta, entonces estoy en peligro de perder por completo mi vista. Los ojos generalmente ven objetos a distancia; pero aquí esa relación se invierte, y el objeto empuja contra el ojo".[15] Él concluye que esta es la proximidad, algo que siempre parece al borde del horror.
La proximidad podría parecer como si perteneciera al espacio de las relaciones familiares y familiares; pero debido a que es an-árquica, no tiene relación con todo eso. Es común pensar que la sustitución o la santidad, para usar los términos de Levinas para actuar por el Otro y la auto-abdicación, respectivamente, tienen lazos dentro de las familias. Deleuze y Guattari se esforzaron por mostrar que el deseo en sí mismo es una fuerza productiva que es soberana y, por lo tanto, independiente del marco familista en el que la operación edípica lo coloca.[16] Hay una vida subyacente del deseo que está por debajo de las lecturas relacionadas con la familia que supuestamente impone el psicoanálisis y esfuerzos relacionados; hay una vida soberana del deseo que es independiente de las tramas familiares que guían una comprensión de ellas como siempre girando en torno a sus propias figuras. El gesto aquí es desacreditar la conexión entre familia y deseo. Análogamente, hay una vida subyacente de la proximidad que no se puede confundir con los lazos familiares y los eventos familiares.[17] La proximidad también es soberana, y aunque se apropia sistemáticamente de la vida familiar, en un procedimiento similar a la operación edípica, es anárquica y, por lo tanto, se extiende más allá y por debajo de ella. De hecho, la proximidad es apropiada por las familias, al igual que lo es por las naciones y otras estructuras de identidad. Es resistente, sin embargo. Esta es una de las dificultades de mapear la proximidad: no hay atajos para evitar una observación minuciosa de cada rincón, de cada montaña, de cada arroyo. Quizás cualquier mapa de proximidades no puede ser más que una aproximación, y no muy cercana.
Es en su carácter anárquico que la proximidad distorsiona y perturba. A menudo, las reglas generales no se aplican para proteger o simplemente dar cabida a amigos, conocidos o, en una palabra simple, a los prochains. Esta corrupción es lo que debe tenerse en cuenta para emprender una cartografía, por ejemplo, de la Realpolitik. El esfuerzo no es sencillo. Mapear la proximidad podría ser tan difícil como artificializar lo que se resiste a la artificialización; aquí es donde el plano vinculante sugiere un camino a seguir. Una de las dificultades es que los espacios donde se hacen generalizaciones están arrugados por la proximidad. Quizás el mapa de proximidades requiera una medida de orología. Además, la proximidad podría ser como un volcán en el que puede permanecer desapercibida durante mucho tiempo, emergiendo con una fuerza enorme en circunstancias que no siempre son completamente predecibles. Ciertamente, el fuego en general actúa por proximidad y deja un mapa de sus huellas. La comparación es limitada pero de alguna manera adecuada: el calor del fuego a menudo se considera lo que hace que un espacio sea habitable. La temperatura puede facilitar la proximidad, pero el espacio de esta última tampoco es térmico.
Mapear la proximidad es, en cierto sentido, mapear la anarquía de una soberanía que es ajena tanto a los individuos como a sus colectivos.
Bibliografía:
Bensusan, Hilan. Being Up For Grabs: On Speculative Anarcheology, Londres: Open Humanities, 2016.
Bensusan, Hilan. “A sagrada família: a apropriação da confiança, do desejo e da proximidade” en Nhamandu, Sue (Org.), Grelo duro: faca na bota, São Paulo: Córrego, 2018, pp. 32-53.
Bensusan, Hilan. Indexicalism: Realism and the Metaphysics of Paradox, Edinburgo: Edinburgh University Press, 2021.
Butler, Octavia. Kindred, Boston: Beacon Press, 2009.
Deleuze, Gilles. Diferencia y repeticion, tr. :María Silvia Delpy y Hugo Beccacece, Madrid: Amorrortu, 2002.
Deleuze, Gilles y Félix Guattari. El Anti Edipo: Capitalismo y esquizofrenia, tr. Francisco Monge, Barcelona: Paidos, 1985.
Deleuze, Gilles y Félix Guattari. Mil Mesetas: Capitalismo y esquizofrenia, tr. José Pérez, Valencia: Pre-Textos, 1988.
Hegel, Georg Friedrich. Enciclopedia de ciencias filosóficas, II, tr. Ramon Valls Plana, Madrid: Abada, 2017.
Heidegger, Martin. Bremer und Freiburger Vorträge, Martin Heidegger Gesamtausgabe 79, Frankfurt: Vittorio Klostermann, 1994.
Levinas, Emmanuel. De outro modo que ser o más allá de la essencia, tr. Jesús María Ayuso Díez, Salamanca: Sigueme, 2020.
McTaggart, John. “The Unreality of Time”, 1908. Mind, 17(68): 457–474.
Shaviro, Steven. “In proximity: On Hilan Bensusan’s Indexicalism”, Cosmos and History, 17(2), 2021: 11-25.
Patel, Vaishnavi. Kaikeyi, New York: Redhook, 2022.
Whitehead, Alfred. El concepto de naturaleza, tr. Sebastián Puente, Buenos Aires: Cactus, 2019.
Notas:
[1] Este texto debe mucho al coloquio convivial en torno a las Cercanías que tuvo lugar en Zoancoantla, Xalapa, México en mayo de 2023. Gracias a Juliana Merçon, Raísa Curty, Cori Salas, Ruben M, Eckart Boege, Luisa Parré y el colectivo Tres (Ilana y Rodrigo).
[2] La situacionalidad y por lo tanto la deixis puden ser expandidas hasta el punto donde todo es considerado indexical – esta es la tesis ensayada en Bensusan, Indexicalism.
[3] Whitehead, El concepto de naturaleza, cap. 5.
[4] Hegel, Enciclopedia de ciencias filosóficas, II, §256.
[5] Heidegger, Bremer und Freiburger Vorträge, pp. 3-77.
[6] Heidegger, Bremer und Freiburger Vorträge, p. 46.
[7] Levinas, De otro modo que ser, pp. 115-228.
[8] Patel, Kaikeyi.
[9] McTaggart, “The unrreality of time”.
[10] Butler, Kindred.
[11] Bensusan, Being Up For Grabs, cap. 5.
[12] Deleuze, Diferencia y Repetition.
[13] Deleuze y Guattari, Mil Mesetas, pp. 268-272.
[14] Shaviro, “In proximity”, p. 18. Mi traducción.
[15] Shaviro, “In proximity”, p. 18. Mi traducción.
[16] Deleuze, Anti-Oedipus.
[17] Desarollo las diferencias entre proximidad y familia en Bensusan, “A sagrada família”.
Hilan Bensusan hace filosofía e investiga en la Universidad de Brasilia. Los principales intereses incluyen situacionalidad, memoria, espectros, procesos, comienzos, an-archai, pensamiento post-metafísico, post-iluminación y preocupaciones en torno a la efectividad. Libros recientes incluyen Indexicalism: Realism and the Metaphysics of Paradox (Edinburgh University Press, 2021), A Moral do Começo (Fi, 2019), A diáspora da Agência: Ensaio sobre o Horizonte das Monadologias (Edufba, 2018), Linhas de Animismo Futuro (Mil Folhas, 2017) y Being Up For Grabs: On Speculative Anarcheology (Open Humanities, 2016).